“Se acercaba la hora
y nada me decía
que le tuviera miedo…”
Un enero ardiente
sudaba calor.
Detrás de las puertas
nada se movía;
los ventiladores el
aire escupían
pero no apagaban del
todo el ardor.
Levantó los brazos, en
amplio bostezo,
Afrodita, viendo la
tarde aburrida.
Recordó, de pronto, que
la pasión movía
su belleza pero… sola,
hasta el momento.
Y desconociéndole la
cara al miedo
se tragó las ganas de
encontrar consuelo
a la pasión loca que la
poseía.
Porque aunque la
muerte, por allí, venía
ofrendarse era su forma
de vida.
Y holocausto dulce le
entregó a su infierno.
GABRIELA COCCHI DE SANTIS
Publicado en...

No hay comentarios:
Publicar un comentario