domingo, 24 de mayo de 2020

ENTREGA



“Se acercaba la hora
y nada me decía
que le tuviera miedo…”

Un enero ardiente sudaba calor.
Detrás de las puertas nada se movía;
los ventiladores el aire escupían
pero no apagaban del todo el ardor.

Levantó los brazos, en amplio bostezo,
Afrodita, viendo la tarde aburrida.
Recordó, de pronto, que la pasión movía
su belleza pero… sola, hasta el momento.

Y desconociéndole la cara al miedo
se tragó las ganas de encontrar consuelo
a la pasión loca que la poseía.

Porque aunque la muerte, por allí, venía
ofrendarse era su forma de vida.
Y holocausto dulce le entregó a su infierno.

                                            GABRIELA COCCHI DE SANTIS 
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