martes, 15 de septiembre de 2020

LA FLOR DE LA DISTANCIA, de GABRIELA COCCHI DE SANTIS



        Hubo una época en que La Flor de la Distancia pobló toda la Tierra. Nadie podía describirla a otro, porque cada quien la veía, según el color de su vida. Nadie sabía cómo eran los pétalos, ni cuántos. Su aroma desquiciaba las mentes de las personas, las drogaba, las entristecía. Crecía, según quién la observara, como la flor de Nomeolvides. Pero, otros, decían hallarse debajo de sus corolas, como si fuera la Flor del Infinito Silencio.

       Un hombre sabio logró interpretar esta naturaleza. Y dijo que, debajo de la enfermedad que azotaba al mundo, en el afán de encontrar la cura para el virus, los científicos, los políticos y los medios de comunicación removieron la tierra, fértil para esta flor. La Flor de la Distancia marchitaba a los Hombres. Había que desinfectar la tierra, había que desarticular las mentes y abonarlas. Y es que La Flor de la Distancia no existía. La mente de los hombres la creaba y la hacía expandirse, por todo el planeta.

       Surgieron nuevos brotes, de entre esa nueva tierra. Era Medicina Oriental No contenía la Verdad. Sólo acercaba un rayo de luz, diferente a la del sol, a la mente humana.

       Pronto, todos vieron que La Flor de la Distancia no tenía color, ni forma, ni aroma. Y, entonces, se dieron cuenta de que no existía. Así fue como La Flor de la Distancia, creada por la mente colectiva de la Humanidad, desapareció.

 

                                            20- 07- 2020

 

                  GABRIELA COCCHI DE SANTIS


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